Son muchas las voces en
el panorama actual de la poesía española. Tal vez esa natural
circunstancia se engrandece por la particularidad de cada una de esas
individualidades. Lo que nos plantea siempre el hecho concreto de la
cantidad frente a la calidad. Son muchas las publicaciones de poesía
que llegan a las librerías a lo largo de todo un año, pero no
tantas las que consiguen atraer al verdadero lector de poesía, y
menos aún, a la crítica. Sabemos que no es fácil este viaje y que
sólo algunos lo concluyen con éxito en su sentido más amplio. El
poemario que hoy analizamos en esta sección mantiene el pulso
poético desde la primera a la última página, y la voz del poeta,
por tanto, está presente como una luz guiadora. “Concierto de
contrarios”, del poeta alicantino Juan Ramón Torregrosa (Guardamar
del Segura, 1955) es el libro elegido para esta ocasión.
A este hay que sumar otros como “Sol de siesta”, “Sombras del olvido”, “La soledad siguiendo” y Cancela insomne”. En honor a la verdad hay que decir que “Concierto de contrarios” es un libro de madurez, en el cual el poeta presenta, a través de distintos pórticos, experiencia y conocimiento, reflexión continuada sobre la vida, que no es sino el juego de los opuestos, de las contradicciones, de los contrarios: vida y muerte, tristezas y alegrías, amor y odio, desde una mirada puramente humana, y por ende, poética, que trasciende la propia realidad. En ese “Concierto de contrarios” Torregrosa mide con milimétrica exactitud su mirada, que no es sino la razón de ser del hombre frente al mundo. El poeta sabe bien que el único instrumento que conoce para revelar y rebelarse es el lenguaje, la palabra como razón última del conocimiento al servicio de la emoción, de esa capacidad para cambiar y transformar la vida misma. Y en estas nos encontramos con un poeta de mirada limpia, abarcadora, que se aplica en los detalles para conformar un universo donde el hombre sea el centro. Detiene el tiempo el poeta, se abstrae después de contemplar la vida en derredor suyo hasta alcanzar una voz plena y distinta, original. El poeta no puede desasirse del hombre que lo habita y en ese contexto vuelve a los orígenes, a su entorno natural y constatar, desde la experiencia de la contemplación que va más allá de la simple mirada, esos mundos secretos que la propia Naturaleza nos descubre. De esto trata precisamente la primera parte del libro, de la Naturaleza, y que titula “Sucesión de los días”.
A este hay que sumar otros como “Sol de siesta”, “Sombras del olvido”, “La soledad siguiendo” y Cancela insomne”. En honor a la verdad hay que decir que “Concierto de contrarios” es un libro de madurez, en el cual el poeta presenta, a través de distintos pórticos, experiencia y conocimiento, reflexión continuada sobre la vida, que no es sino el juego de los opuestos, de las contradicciones, de los contrarios: vida y muerte, tristezas y alegrías, amor y odio, desde una mirada puramente humana, y por ende, poética, que trasciende la propia realidad. En ese “Concierto de contrarios” Torregrosa mide con milimétrica exactitud su mirada, que no es sino la razón de ser del hombre frente al mundo. El poeta sabe bien que el único instrumento que conoce para revelar y rebelarse es el lenguaje, la palabra como razón última del conocimiento al servicio de la emoción, de esa capacidad para cambiar y transformar la vida misma. Y en estas nos encontramos con un poeta de mirada limpia, abarcadora, que se aplica en los detalles para conformar un universo donde el hombre sea el centro. Detiene el tiempo el poeta, se abstrae después de contemplar la vida en derredor suyo hasta alcanzar una voz plena y distinta, original. El poeta no puede desasirse del hombre que lo habita y en ese contexto vuelve a los orígenes, a su entorno natural y constatar, desde la experiencia de la contemplación que va más allá de la simple mirada, esos mundos secretos que la propia Naturaleza nos descubre. De esto trata precisamente la primera parte del libro, de la Naturaleza, y que titula “Sucesión de los días”.
Sean una
prueba fehaciente de lo dicho estos versos del poema “Después de
la tormenta: «Ocurrió todo de repente / y, repentinamente, cesó
todo. // Ahora recuerdo / suena lejano y solo un aire / más
cristalino y un aroma / que impregna de matices la mirada / te dice
que no fue sueño y pasó. // Tal es la magia, el imprevisto encanto,
/ de la calma después de la tormenta». El juego de los opuestos, la
serena mirada del poeta que ahonda en lo insondable, la fuerza de la
plenitud léxica, de la profunda reflexión: «La partícula más
imperceptible / forma parte de un todo, / y ese todo / nunca sería
el mismo, / nos consuela pensar, / sin la nada que somos». En la
segunda parte del libro, “La piedra y la palabra”, el poeta,
contraponiendo el silencio de la piedra al sonido de la palabra, nos
dice en su poema “Templo en ruinas”: «De todo cuanto vida fue y
belleza / qué poco permanece. // Solo la voz, / la palabra
intangible, fugitiva, / infunde vida y forma / a lo que en su nombras
de nuevo existe». No cesa Torregrosa en infundir solidez al verso a
través de la imágenes y la fuerza del lenguaje. En “Voces y
gestos” resume su propuesta poética sobre los opuestos, siempre
desde la armonía de la palabra escrita, como así lo dice en
“Contienda”: «Todo cuanto hay y existe / fue concebido a modo de
contienda; / los animales / unos a otros se temen y persiguen, / los
vientos se hacen guerra sin cuartel, / la tierra tiembla, el mar
nunca se está quieto, / la llama arde y los cuatro de continuo /
contra nosotros luchan».
Al poeta le asiste esa incertidumbre de lo
humano, una cierta desesperanza ante la realidad vivida y así lo
muestra una vez y otra en “Concierto de contrarios”. En el cuarto
bloque poético, “La luz desde la sombra”, el tema tratado es el
tiempo en ese concepto referido a la fugacidad de la vida frente a lo
permanente, el pasado y el futuro, lo que fue y lo que será: «Huyó
también / la hora precisa, la inocencia, / el abrazo ofrecido, el
abandono. // Solo queda el vacío, el desvarío, / la sangre que a
escondidas / busca su origen: la belleza / sumisa, silenciosa, los
espejos / de agua, las algas ciegas». El poeta nos ofrece un último
poema “Dos vidas”, como resumen y conclusión de todo lo dicho
anteriormente, y que viene a confirmar la grandeza de su poesía:
«Amas la vida retirada, vida / que se nutre de paz y no malgasta /
las horas en labores infecundas. (…) Amas también la vida activa,
vida / digna de elogio, distinción y fama / si plena de invenciones
y virtudes. (…) Ambas buscas y en lucha permanente / las dos en ti
conviven y combaten: / la vida activa que a la acción de empuja, /
la vida ociosa que la paz te ofrece». Como dice su prologuista,
Fernando Parra, la poesía de Torregrosa es «Un acto de amor. A la
poesía y a la vida. Y, como tal, un “Concierto de contrarios”.
Afortunadamente».
Título: Concierto de
contrarios
Autor: Juan Ramón
Torregrosa
Ediciones:
Entornográfico (Granada, 2017)