¡MÍSERA Y CORRUPTA ESPAÑA!
Cada día que pasa la casta política
nos sorprende con un nuevo capítulo de esta serie interminable que
parece ser “Corruptos”. Una nueva actuación policial da con
treinta y cinco detenidos, la mayoría con cargos institucionales,
primeros ediles y empresarios que, lejos de ejercer como verdaderos
políticos y emprendedores se dedicaban a vaciar las arcas
municipales, es decir, los bolsillos de los ciudadanos. ¡Menudos
pájaros! En todos los casos se sabía que existían razones
suficientes para acusarlos de corruptos, al menos la ciudadanía
sospechaba de estos regidores tan amigos de empresarios, tan amigos
del lujo y el boato, tan amigos del dinero (“poderoso caballero es
don dinero”). Ahora más que nunca se hace necesario cambiar el
rumbo de este barco si no queremos que naufrague, cuestión ésta de
imprevisibles consecuencias. Este edificio (Estado) se construyó con
falsos cimientos, con estructuras y privilegios propios del antiguo
régimen -antidemocráticas- y el resultado es solo una enorme
fachada que cae a plomo, tras el pillaje al que ha sido sometido. Uno
tiene la sensación de que los políticos nos toman el pelo día tras
día, sin descanso, que su desfachatez es tal que no tienen reparo en
demandarnos paciencia, comprensión y muchos sacrificios, mientras
ellos gozan plenamente de la vida. Nos han engañado vilmente, con
premeditación y alevosía, y ahora no hay más camino que acabar con
este despropósito; hay que echarlos de los ayuntamientos, las
diputaciones, de los gobiernos autonómicos, de todas y cada una de
las instituciones del Estado que no han sabido administrar con
honradez y transparencia.
En las circunstancias actuales,
¿existe, acaso, algún rincón en España que no mantenga la
sospecha de albergar corruptos? Con este panorama no es extraño que
el hartazgo de la ciudadanía sea el que es y que la reiteración de
los casos de corrupción nos lleve a situaciones límite y difíciles
de controlar. La gran mayoría de los españoles -no la que votó al
Gobierno del PP que sustenta la corrupción actual- demanda un
castigo contundente y ejemplar para los políticos corruptos, y así
ha de ser. Ahora le toca el turno a los Tribunales de Justicia, a
cada uno de los jueces que la imparten, y han de hacerlo con
responsabilidad, independencia y equidad, de lo contrario, esta bomba
de relojería puede estallar en cualquier momento. La clase política
española no puede seguir siendo tan inmune como obscena, menos el
gobierno de España, de esta ¡mísera y corrupta España”.