Es que no paran, la frenética actividad de la casta política de cualquier rincón de esta nuestra arruinada España es tremenda. En la televisión, los periódicos, radios y redes sociales; están en todos lados, repitiendo los mismos mensajes, con las mismas palabras, la misma intención, el mismo tono, la misma mirada, los mismos ademanes o gestos, las mismas consignas, los mismos eufemismos, las mismas promesas, pero sobre todo, las mismas mentiras de siempre, los mismos incumplimientos, la misma prepotencia, la misma cara dura, la misma tiranía, la misma hipocresía, los mismos privilegios, o la misma inmunidad. Nuestros actuales políticos, la mayoría, lo que verdaderamente debían de hacer es dejarnos en paz, dimitir en bloque después de tantos años viviendo del cuento y la mentira, de llenarse los bolsillos descaradamente con un dinero que no es suyo, sino de todos los honrados españoles que contribuimos con nuestros impuestos. Deberían, muchos de ellos, ingresar en la cárcel por corruptos y devolver el dinero sustraído impunemente. Porque estamos cansados de oírles decir tantas sandeces, de verlos sonrientes y felices, como si nada de lo que está pasando tenga que ver con ellos, que son precisamente, los culpables de que el drama visite cada día los hogares de millones de españoles. Claros ejemplos encontramos un día sí y otro no en todos los medios de comunicación. En todos los pueblos de España, y Roquetas de Mar, es uno de ellos.
Gabriel Amat, alcalde de
Roquetas, presidente de la Diputación y presidente del Partido Popular de
Almería –omnipresente trinidad política-, al igual que otros políticos de esta
nuestra España, no permite que nadie le replique respecto de su fastuosa
gestión municipal. Pero, ¿cómo no se le va a recriminar lo que una vez y otra
incumple con sonora acritud y menosprecio hacia sus conciudadanos?. Prometió
que no subiría el IBI, y, ¿qué ha sucedido?, pues lo contrario a lo que
prometió, que es como responde el buen político. El hecho ha sido que los
roqueteros han pagado más de IBI este año que el año pasado. De nuevo la
ambición recaudatoria de los ayuntamientos castiga al ciudadano, el último
responsable de la incompetencia de sus gobernantes.
Esto recuerda una copla
interpretada por las más selectas folclóricas de España, la archiconocida María de la O, que emulándola bien
podría decir algo así:«Castigo de Amat, castigo de Amat / que a los roqueteros
tienes arruinados / con tantos impuestos que han de pagar / ay, qué
desgraciaitos, ay, castigo de Amat».