INJUSTA JUSTICIA
No
hay día que pase que la ciudadanía española no sienta verdadera
vergüenza por lo que está sucediendo en las instituciones del
Estado. Una creciente impotencia embarga a los españoles tras el
cúmulo de noticias que afectan ya a todos los órganos de la
Administración y del Gobierno de la Nación. Las direcciones de los
partidos mayoritarios miran hacia otro lado, aceptando así la
política de los hechos consumados; ninguno de ellos quiere perder su
estatus y sus privilegios, que son muchos los que han ido otorgándose
a lo largo de estos treinta y seis años de democracia (¿?). No hay
día, decía, que los ciudadanos no vean vilipendiados sus derechos,
que la corrupción no sea noticia, al igual que lo es, de forma
alarmante, la administración de la justicia en este país. Los
trabajadores españoles están hartos ya de tanta insensatez y de
tanta mentira: la de un gobierno que incumple un día sí y otro
también con sus promesas electorales, rebaja los impuestos a quien
más tiene y los sube a quien menos, que menosprecia, atenta y
coarta la libertad de expresión, que nos asusta con el resurgimiento
de la extrema izquierda, de “los rojos” de antaño, o que salva a
los bancos de la crisis y condena a los trabajadores a pagarla. No
hay día que no nos levantemos cargados con la incertidumbre a
nuestras espaldas, derrotados antes de iniciar la batalla diaria,
desalentados y sin futuro mientras ellos, los poderosos, se ríen de
todos nosotros. El pueblo está muy cansado ya de tan repugnantes
comportamientos, de tantos ultrajes en nombre de España y de sus
instituciones, de la Democracia y del Estado de derecho. Harto de ver
que cada día, el Gobierno, los partidos, los jueces, los diputados
son cómplices de esta catastrófica situación. Hartos de tantos
hurtos y ladrones, que no cumplen las condenas y campan libres por
nuestras ciudades y pueblos; hartos de que el dinero de todos esté
depositado en las cuentas de los Bárcenas y compañía. Indignados
por el continuo saqueo al que nos vemos sometidos por esta panda de
inútiles.
No hay día que pase que los
ciudadanos de este país no sientan repugnancia y desprecio por esta
nueva casta de estafadores, los que ejerciendo el poder soberano del
pueblo condenan a su pueblo a la miseria. ¿Cuánto tiempo más
podremos soportar esta asfixiante situación? ¿Qué hacer cuando no
existe horizonte? ¿Cuánto más esta injusta justicia?